‘Madrid es esto’: Mafalda, una conversación en Ponzano y una cita.

‘Madrid es esto’: Mafalda, una conversación en Ponzano y una cita.

EN EL METRO

A Marta le paró un chico en la estación de metro de Nuevos Ministerios preguntándole cómo se llegaba hasta la estación de Atocha. Ella, que también iba a Atocha ese día, le dijo que le avisaba, que no se preocupara. Tras un par de paradas, Marta le preguntó de dónde era ese acento. Él respondió que de Argentina y le devolvió otra pregunta: ¿Te gusta Argentina?

Marta, que no se esperaba otra pregunta lanzó lo primero que se le pasó por la cabeza: sí, me encanta Argentina.

Sorprendido, el argentino le preguntó qué era lo que más le gustaba de Argentina, a lo que Marta, nerviosa, muy nerviosa, respondió: bueno, sí… me gusta mucho Mafalda.


EN PONZANO

A Marta le paró un chico en la estación de metro de Nuevos Ministerios preguntándole cómo se llegaba hasta la estación de Atocha. Ella, que también iba a Atocha ese día, le dijo que le avisaba, que no se preocupara. Tras un par de paradas, Marta le preguntó de dónde era ese acento. Él respondió que de Argentina y le devolvió otra pregunta: ¿Te gusta ArgentinaEN PONZANO

Al otro lado de la terraza, dos chicas beben vino, hablan y ríen como si estuvieran solas, con un tono de voz elevado. Hablan de chicos, de fiestas, de una consultora y un ex al que están poniendo verde, muy verde. Las demás mesas nos echamos miraditas cómplices. Es complicado no enterarse de lo que cuentan. En las terrazas y en los bares de Madrid hay muy poca intimidad. Es algo a lo que hay que acostumbrarse.

De repente, un silencio abrumador recorre todas las mesas: “lo que para ti es una experiencia, a mí me persigue allá donde voy”, le dice una a otra.


EN UNA CAFETERÍA

Hace poco, paseando por las arterias de la Plaza Olavide descubrí Colectiva Café, una cafetería diminuta, pero con un encanto especial. Aquel día –domingo, por la mañana– llegué de los primeros, creo que acababan de abrir porque la camarera limpiaba y desinfectaba algunas mesas. En cuanto me vio, me invitó a pasar y me atendió con mucha educación.

Pedí un café y luego otro café y escribí algo sobre una pareja que entró después de mí y luego resultó que no era, en realidad, una pareja sino una cita que empezaba muy temprano.


Fotografía de Derick Daily (Unsplash)

Esta entrada pertenece a la publicación en colaboración con la Revista Verbena.